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IndyCar inicia su temporada en el óvalo de Texas a puerta cerrada
La prueba se disputará a puerta cerrada, una medida adoptada o planteada por la absoluta mayoría de competiciones deportivas que ultiman su reanudación a principios del verano por la prohibición de aglomeraciones masivas. A su vez, la totalidad del evento tendrá lugar el mismo sábado, con una sesión de libres y otra de clasificación precediendo a una carrera que verá su longitud recortada de los 600 kilómetros habituales (248 vueltas, 372 millas) a solo 300 millas (200 vueltas, 482 kilómetros). Esa distancia no es nueva para el óvalo de Texas, cuyas carreras de IndyCar tuvieron ese kilometraje desde su debut en 1997 hasta 2006.
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El presidente de la IndyCar, Jay Frye, dijo que consultaron con el presidente del circuito texano, Eddie Gossage, y las autoridades sanitarias al elaborar un protocolo para “asegurar la seguridad de los participantes, al mismo tiempo de poder tener un emocionante regreso a las competencias para los pilotos, equipos y espectadores que podrán verla desde todas partes del mundo".
Las medidas de seguridad implementadas para este evento incluyen «pautas estrictas para limitar el acceso a 20 personas por coche en cada equipo, un sistema de monitorización sanitaria para todos los participantes, equipos de protección individual para todos los que accedan al recinto y protocolos de distanciamiento social», para los que se adoptarán varias medidas logísticas relacionadas con el espacio disponible, el material... Muchas de estas medidas ya habían sido adoptadas en St. Petersburg de forma preventiva antes de la cancelación.