Opinión
9 DE JULIO, EL REFLEJO DEL AUTOMOVILISMO NACIONAL
No es un lugar más. Para quienes se sumergen en la pasión del automovilismo, el autódromo de Nueve de Julio contiene esas vibraciones que exceden lo deportivo. Recuerdos de jornadas inolvidables de un escenario que pese a sus limitaciones, ofreció siempre garantías de espectáculo.
Hoy el complejo bonaerense está casi abandonado. En realidad volvió de la desaparición a través de un grupo de personas que intentan reflotar parte del patrimonio de una ciudad que se identificó con el Turismo Carretera, en primer lugar, y con el efecto derrame al resto de las disciplinas.
El tiempo, implacable, dejó su huella. Y en ella se acentuaron características del actual automovilismo nacional que añora épocas pasadas. La actividad se corrió, en su mayoría, a lugares diversos, muchos de ellos sin tradición quizás y seducidos por la atracción de convenios estatales, con apretones de manos a gobernadores en circuitos monocordes. “Pan para hoy y hambre para mañana”...
En medio de la añoranza por aquellos días que hoy parecen de gloria, se intenta resurgir Nueve de Julio sin que saliera del ostracismo. Un pavimento destruido, que fue más protagonista de la primera carrera del TRV6 que los propios pilotos, y la nula infraestructura que potenció las críticas cobijaron a la actividad nacional.
Marginado por ese sistema de convenios estatales, Nueve de Julio no tiene la culpa de esta realidad. Es apenas una muestra de uno de los complejos inconvenientes por los que atraviesa la actividad. Después de tanto tiempo sin regar los sitios naturales del automovilismo, se intenta llegar a las raíces con aquellos viejos y leales trazados. Aún cuando pareciera que es muy difícil revivirlas después de tanta sequía…