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Callejero de Santa Fé 2015

Callejero, por derecho propio

Pasó el Callejero de Santa Fe. Una fiesta única en el calendario del automovilismo argentino que ya tiene identidad propia y se ganó el derecho a ser uno de los más grandes clásicos de cada temporada.
Callejero, por derecho propio
Callejero, por derecho propio

La gente, el marco, la noche, los muros, el clima… condimentos habituales de un plato fuerte como el Callejero de Santa Fe. Pero en esta edición, aderezado con la rivalidad más importante de los últimos tiempos que le agregó un poco más de picante a esta singular competencia. 

Fue un callejero más, pero no fue uno más. Desde el miércoles la gente defendía la carrera con vehemencia, incluso algunos que no son gustosos del automovilismo ni mucho menos. También hubo voces en contra, las menos quizá, haciendo hincapié en los trastornos de tránsito. Pero los 50 millones de pesos que asegura la prensa local quedaron para la ciudad, son 50 millones de razones para convalidarla.

No solo eso. El show, la previa, la espera, y más… porque la experiencia del cruce por el Túnel subfluvial, la Caravana solidaria y los Boxes Abiertos fueron preparando el terreno creando una gran expectativa en una ciudad que ya acuñó la carrera no como un evento de Súper TC2000 en sus calles, sino como algo propio. Dicho sea de paso, en todos los años que lleva la organización pasaron gobiernos de distintos partidos y la oposición al intendente municipal no solo no se opone, valga la redundancia, sino que se suma a la movida.

Y llegó el sábado. La actividad comenzó a mediodía, pero desde bien temprano las tribunas ya lucían con gente que, a sabiendas de los mejores lugares, no iban a tirar su oportunidad a la marchanta de quedarse con las mejores instantáneas o videos como impagables souvenires de una jornada que se extendió hasta pasadas las 22 horas.

La carrera tuvo todo tipo de condimentos y la lucha por el primer lugar mantuvo en vilo a las más de 40 mil almas que llenaron cada espacio, las gradas, las calles internas, que iban y venían buscando nuevos lugares para oír, vivir y sentir el Callejero de Santa Fe. Porque la rivalidad entre Canapino y Girolami le agregó emotividad, por si hiciera falta.

Es que una vez finalizada la competencia, la mejor que recuerde en este escenario, los fans bajaron a las calles convertidas en pista y boxes para recorrerlo todo a pie, sacarse fotos, transitar por los mismos lugares donde hace instantes los autos superaban las velocidades permitidas para los vechículos urbanos el resto de los 364 días donde no hay carreras.

La fiesta nocturna se extendió hasta las 12 de la noche y a la mañana siguiente la gente ya poblaba las tribunas tubulares para desbordar el trazado incluso más de dos horas antes de que comience la segunda función.

Por todo esto, por los espectáculos en pista, por el color fuera de ella, por la gente, el Callejero de Santa Fe no solo  tiene un lugar en el corazón de todos, también se ganó el derecho de “clásico” en el calendario automovilístico argentino.

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