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Carlos Sainz, el Matador hace historia

“Ya tengo 55 años y el final está muy cerca”, confesó Sainz tras lograr su segundo Dakar en la Argentina, ahora en el retiro de Peugeot.
Carlos Sainz, el Matador hace historia
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A continuación, la nota publicada en Clarín sobre el triunfo de Carlos Sainz en el Dakar, escrita por el enviado de Carburando:

 

Es duro el Matador. Parece que no se afloja con nada. Ni siquiera con otro triunfo en su holgado palmarés como piloto. Ni el reconocimiento de un público que lo hace sentir tan local como en España. Córdoba aún recuerda aquellas maniobras con el Rally Mundial, cuando se codeaba con la elite de esa disciplina que lo hizo grande. Y ahora es el Dakar que le devuelve esa comunión intensa entre la gente y el ídolo.

Pero Sainz no se conmueve. Toma todo con una naturalidad asombrosa, quizá producto de la experiencia de los 55 años que muy bien lleva sobre sus espaldas. Suma su segunda victoria en el Dakar, también la segunda ganada en territorio argentino, como para quitarse lo que últimamente se le conocía como el “padre de Carlos Sainz Jr”, el piloto de Fórmula 1 que parece asomarse con la fuerza de su progenitor.

Allí celebró el español arriba del Peugeot 3008 DKR Maxi, de la mano de su compañero Lucas Cruz, el extraordinario navegante con el que conformaron una pareja soñada. “De fútbol aquí no se habla”, bromeaba Sainz al referirse a su compañero, fanático de Barcelona. Claro está, Carlos es socio honorario de Real Madrid. “El fútbol es como la política. Mejor es dejarlo para otras cuestiones y ambientes. Aquí venimos a empujar para adelante arriba del auto”, fue la frase que con una sonrisa esbozaba Sainz durante el periplo que comenzó en Lima, hace 15 días, pasó por la altura de Bolivia y finalmente remató en la Argentina.

“Sentí que podía ganar el Dakar en Uyuni, cuando ví el esfuerzo que hizo (Stephane) Peterhansel al arreglar su auto tras pegarse contra una piedra. Allí perdió mucho tiempo y sentía que todo dependía de nosotros”, indicó ayer el español en medio de los festejos en La Cumbre, el lugar donde el Dakar puso la bandera a cuadros a la competencia, quizá, más dura y extrema desde que esta aventura se asomó en América del Sur, allá por 2009.

Peugeot comenzó este Dakar con ciertos interrogantes. Fue la despedida de la marca francesa (ver aparte) y sus tripulaciones fueron descartándose de a poco. Cyril Despres rompió una rueda a poco de comenzar el derrotero. Sebastien Loeb no pudo superar las dunas de Perú y Peterhansel perdió posibilidades en aquella etapa maratón rumbo a Uyuni. Sainz fue el más prolijo para mantener a Peugeot en lo más alto.

Lo cierto es que no aparecieron rivales que pudieran acercarse a su rendimiento. Las Toyota de Nasser Al Attiyah y de Giniel De Villiers sufrieron inconvenientes que los marginaron de la pelea directa. Y el equipo Mini quedó en la intrascendencia rápidamente.

"Peugeot ya había ganado en dos ocasiones (el Dakar), pero la cantidad de trabajo que habíamos puesto en el coche desde hace cuatro años ha sido brutal y es una recompensa merecida", sostuvo Sainz en medio de las felicitaciones y los abrazos con Bruno Famin, el director general de Peugeot Sport.

¿Cuál será el futuro de Sainz en el Dakar? Al ya no competir Peugeot, parece que las posibilidades se minimizan abruptamente. “Veremos qué depara el destino. Lo cierto es que ya tengo 55 años y el final está muy cerca. Veremos qué definimos en familia, creo que mi esposa estará muy feliz si no corro más”, fue otra frase del español que la acompañó una sonrisa.

Sainz ganó en dos etapas en el Dakar 2018 y así repitió la victoria final como en 2010, cuando se impuso con el entonces equipo oficial Volkswagen. “No soy una leyenda, sólo soy un piloto. Nada más”, contestaba a secas cuando ya maduraba el triunfo.

“No sé cuál es el lugar que ocupo dentro de la historia del deporte en España. Nunca me puse a pensar eso. Menos ahora. Tampoco corro para cumplir ese tipo de objetivos. Cuando un piloto se coloca el casco, es porque quiere ir lo más veloz posible. Cualquiera sea el terreno y la categoría. Y yo sólo soy un piloto más”, le comentó a Clarín al término del Dakar, mientras el cielo se cubría de nubes en el valle de Punilla.

El bicampeón del mundo de rallys (1990 y 1992), con 26 victorias en el WRC, ahora es el rey con Peugeot. La marca francesa lo quiso desde el principio. Siguió los consejos de Peterhansel, que no se cansa de repetir: “En el Dakar lo más valioso es la experiencia”. Y apelaron al currículum de Sainz.

Desde el comienzo le otorgó el desarrollo de un coche de dos ruedas motrices, un buggy de grandes dimensiones que lee el terreno y se adapta a él con velocidades inalcanzables para otros, a veces incluso para los 4x4.

El tiempo dirá ahora qué será del futuro de Carlos Sainz. Por lo pronto, se toma su espacio para disfrutar de este reconocimiento mundial, que llega por las redes sociales. Grandes campeones del deporte motor lo destacaron. Su hijo emocionó con una foto que lo llevaba en andas cuando era un pequeñín y hasta el mismo Fernando Alonso le pidió el casco para su museo. El mismo casco que se colocó para ir más rápido que nadie, para agrandar su imagen dentro de la historia del deporte español y del deporte motor. El duro Matador.

 


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