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DÍA 5: EMPUJANDO, SIN FUERZAS

Cerca de la medianoche, un competidor remolcaba su cuatriciclo con una linga y cruzaba la meta de a pie. Las pequeñas historias de una gran aventura.
DÍA 5: EMPUJANDO, SIN FUERZAS
DÍA 5: EMPUJANDO, SIN FUERZAS

SAN SALVADOR DE JUJUY.- Pasadas las 22, la búsqueda de aire fresco y la necesidad de escaparle a la tierra del Hipódromo de San Miguel de Tucumán nos obligó a caminar hacia la salida del campamento. Al menos un largo camino asfaltado, sin polvo. En ese trazado, oscuro, se veía una sombra a lo lejos, que se aproximaba.

En nuestra caminata, en sentido contrario, notamos algo que se trasladaba lento. Casi bajo la luz de la luna y entre las penumbras de los postes de iluminación de mercurio, se distinguió la figura: un piloto, cabizbajo, caminaba forzándose hacia adelante. Por sobre el hombro derecho sostenía una linga, con la que remolcaba el cuatriciclo maltrecho.

Una imagen de película. Un competidor intentaba cruzar de a pie la llegada al campamento nocturno de Tucumán. Tenían tanto barro el piloto como la máquina que no se lo podía identificar a simple vista. Al vernos, se detuvo. “¿Queda mucho aún para la mesa de entrada?”, apenas logró pronunciar. Le explicamos que quedaban unos 200 metros aún.

Detuvimos una camioneta BMW, que al descender la ventanilla del conductor nos dimos cuenta que era Sven Quandt, responsable del equipo X-Raid y uno de los hombres más ricos de Alemania, ya que es uno de los herederos de buena parte de la masa societaria de BMW. Explicó que no podía dar remolque y continuó su marcha.

Detrás apareció otra camioneta, pero no tenía gancho para remolques. De la nada, aparecieron unos muchachos del control de paso y se ofrecieron para empujar hasta el bivouac, y allá fueron. Con nuestro cansancio encima por una larga y calurosa jornada, los tres periodistas que caminábamos por ese camino nos quedamos mirando la gran fuerza de voluntad de ese piloto, al que no le preguntamos su nombre porque ni siquiera queríamos quitarle el mínimo de energía que le quedaba.

Sobre el asfalto quedó un guante negro. Un elemento que podría ser vital si al otro día debía largar y no lo poseía. Corrimos a su búsqueda para alcanzárselo. Al tomarlo, exhausto, apenas con un gesto de su cara dio las gracias. No podía más, aunque con sus ojos expresaron mayor agradecimiento.

Esta mañana nos enteramos que debía largar a las 6.30 rumbo a Jujuy. No lo dejaron. Hoy salía a las 06:05, pero hemos estado cambiando el motor toda la noche y nos hemos retrasado 35 minutos. No nos han dejado salir por… ¡5 minutos!, A pesar del descomunal esfuerzo realizado por todo el equipo, el comisario ha dicho que era muy peligroso salir porque ya había varios coches en la especial”, narraba un resignado José Luis Espinosa, un piloto español que mostró tener un corazón único. El español está en el campamento norteño y ya tiene todo preparado para volar a Buenos Aires y el sábado desembarcar en Madrid. Con la gran frustración de abandonar el Dakar. Pero con una entereza digna de los grandes. Aunque su nombre se pierda en el olvido…

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