Fórmula 1
Ecclestone ordeña
Pese a que el reglamento deportivo del Mundial de Fórmula 1 establece, en el artículo 5 que define la entidad del campeonato, inciso 4, que el máximo de carreras por torneo es de 20, el calendario publicado por el Consejo Mundial del Automovilismo dependiente de la FIA contiene para el Mundial 2016 una carrera más de lo permitido, y todo indica que, con los contratos firmados entre los promotores particulares y el titular de los derechos comerciales, por cuyos intereses vela Bernie Ecclestone, se transgredirán las regulaciones, lo cual demuestra que no solo en los países no desarrollados no se respetan las leyes. “El máximo número de eventos en un campeonato es 20, el mínimo es 8” reza el punto 5.4 del reglamento deportivo.
El calendario oficializado comprime esos 21 Grands Prix en apenas ocho meses, de abril a noviembre de 2016, lo cual se logra ubicando 14 carreras –dos terceras partes del total- en seis pares de fines de semana consecutivos. En el calendario sobresalen los ingresos de México, que no organiza un GP desde 1992, y de Azerbaiján, la ex república soviética cuya carrera llevará, graciosamente, el nombre de GP de Europa. El único antecedente que tiene esa república a nivel de automovilismo son un par de carreras de Gran Turismo en un callejero en Bakú, la capital, a orillas del Mar Caspio. Además, consta el regreso de Alemania, increíblemente ausente del calendario corriente. Francia, el país en el que nacieron las carreras de Grand Prix en 1906, sigue fuera del programa anual desde 2008.
El límite de las 20 carreras fue impuesto en su momento luego de una larga negociación entre Ecclestone y los equipos, que sufrían el desgaste de un calendario excesivamente largo, en términos de viajes y de gastos. La quiebra efectiva de ese límite permite inferir que podría aumentarse todavía en un futuro cercano la cantidad de carreras a disputarse por torneo, lo que supone un suculento incremento en los ingresos del Formula 1 Holding, pero no necesariamente eso se traducirá en un reparto más sustancioso de los beneficios entre los equipos, la mitad de los cuales hacen milagros para mantenerse en la categoría.
El año pasado dejó de existir Caterham, Marussia logró sobrevivir a un costo elevado y gracias a una refinanciación de su deuda, mientras Sauber, Lotus y Force India caminan sobre la cornisa. Ferrari no tiene eses problemas: según los contratos vigentes, recibe anualmente un pago de 100 millones de dólares antes del inicio del torneo, una cifra independiente de los premios. En 2014, entre la escuadra italiana, Mercedes y RedBull, se repartieron el 60 por ciento de los premios en juego. Premios que son, efectivamente, menos del 50 por ciento de las ganancias que genera la Fórmula 1.
Se presume que la carrera azerí dejará un ingreso superior a los 50 millones de dólares en las arcas de la firma que controla los intereses comerciales de la F-1, aunque se desconoce la que pagará México para llevar de vuelta el circo al circuito “Hermanos Rodríguez” del D.F., convenientemente remodelado por Hermann Tilke, el arquitecto fetiche de Ecclestone.
El lobbista del GP en Bakú fue nada menos que Flavio Briatore, el ex director deportivo de Benetton y Renault, expulsado del automovilismo por la FIA tras el escándalo del GP de Singapur en 2008, que fuera socio de Ecclestone en emprendimientos deportivos como el Queen’s Park Rangers de la premier League inglesa (que ahora es propiedad del malayo Tony Fernandes, ex dueño de la escuadra Caterham) y que posee negocios textiles en Azerbaiján. Por la tarea cobrará una comisión “de siete cifras” según el Daily Mail.
Aún considerando a Azerbaiján como una carrera europea, menos de la mitad de los GGPP del 2016 se disputarán en Europa: 10 sobre 21. Los equipos requieren más carreras en territorio europeo, con más apelativo para los sponsors y con desplazamientos menos desgastantes. Pero es en Asia, que en 2016 tendrá seis carreras, dónde se pagan más derechos por organizar Grands Prix.
Con la vuelta de México, cuatro Grands Prix se llevarán a cabo en América: la intención nunca disimulada de Ecclestone de contar con más de un GP en los Estados Unidos sigue viéndose frustrada. Lo cual es prueba de que, aún todopoderoso en el mundo del automovilismo, el zar de la F-1 no es infalible.