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El champagne en el podio, una tradición con más de 50 años
La imagen de los tres mejores pilotos subidos al podio festejando con Champagne ya es un verdadero clásico del automovilismo mundial. Una tradición que data desde 1967 y continúa en la actualidad.
La historia tuvo su puntapié inicial en 1967 en las 24 horas de Le Mans. Ya era una costumbre que al ganador de la tradicional carrera francesa se le entregaba una botella gigante de Moët Chandon al momento de llegar al podio. En aquella oportunidad fue el estadounidense Dan Gurney al recibir la botella recordó un episodio que sucedió el año anterior cuando Jo Siffert al recibir el botellón de Champagne como regalo se le destapó al no aguantar la presión, se abrió y generó que se derrame todo el alcohol.
Por esa razón, Gurney sacudió y descorchó el botellón de espumante francés mojando a quienes tenía adelante suyo con mucha efusión por el logro que había conseguido. El champagne terminó por todos lados menos en la copa del vencedor.
En el único lugar que el ganador no festeja con esta bebida alcohólica son en las “500 Millas de Indianápolis”, ya que allí se celebra con leche. En Indy antes de competir los corredores deben enviar a la organización que tipo de leche prefieren en caso de ganar la carrera.