Opinión
El recuerdo de aquel inolvidable 'Principe' del TC
Era una mediodía caluroso. El sol desaparecía, pero volvía fuerte entre los nubarrones que cubrían aquel increíble circuito rutero en cercanías de Lobos. Se estaba definiendo el campeonato del Turismo Carretera de 1992 ante una multitud. Aquel 22 de noviembre de hace 25 años marcó a fuego la historia de los grandes ídolos que a lo largo del tiempo le ha dado la categoría al automovilismo nacional.
Roberto Mouras perdió la vida ese domingo de noviembre cuando peleaba por el título con una cupé Chevy y soñaba con darse el gusto de salir campeón con la marca que amaba. A los pocos días también falleció su acompañante Amadeo González. El accidente contra el talud de tierra ubicado sobre la banquina izquierda en la recta de la ruta 205 antes del puente aún hoy se recuerda con una referencia en su homenaje. Y los recuerdos florecen de manera especial con la llegada de los 25 años de aquella tragedia. Fue junto con la posterior tragedia del inolvidable Osvaldo Morresi, un golpe durísimo que dejó secuelas en el TC y que a punto estuvo de herirlo de muerte.
El TC perdió a Roberto Mouras ese domingo en Lobos, pero en realidad el automovilismo perdió a uno de sus últimos grandes ídolos y de los pocos héroes silenciosos que tuvo el automovilismo de las últimas décadas. De perfil bajo, sumamente educado pero no demasiado elocuente para demostrar sus sentimientos, Mouras a través de sus victorias y sus hazañas en las rutas se fue ganando el corazón de los seguidores de Chevrolet y también de Dodge (marca con la que salió campeón tres veces). Una vez llegado al sitial de los campeones también fue muy respetado y querido por los seguidores de otras marcas.