Opinión
¡ES FALTA, JUEZ!
Las autoridades deportivas tomaron protagonismo en los últimos días por maniobras y sanciones controvertidas. La tecnología y el lapso para las determinaciones, frente al sentido común
En toda disciplina deportiva, cuando el que ejerce justicia toma relevancia, es señal de, al menos, dictámenes que generan debate. A partir de esa realidad, la función del árbitro se cultiva en medio de la enorme ingratitud. Ante los aciertos, la figura del juez se diluye, pero frente a determinaciones polémicas, el protagonismo lo eleva sobre montículos de cuestionamientos, muchas veces agresivos.
El automovilismo argentino padeció dos situaciones que eclipsaron las definiciones de carreras para ubicar en el centro de la escena a los comisarios deportivos. El domingo de Súper TC2000 en Córdoba, con los toques entre Leonel Pernía y Damián Fineschi, y una semana después, en el Turismo Nacional, entre Leonel Larrauri y Facundo Chapur. En ambas ocasiones por la pugna del triunfo. En sendas determinaciones con paralelismos, aunque con resultados disímiles.
Con la subjetividad de toda opinión personal, me atrevo a afirmar que las autoridades cometieron un acierto y un error (siempre limitándonos exclusivamente a ambas maniobras). En Córdoba la medida fue acertada. En la Pampa la medida fue desacertada.
En Alta Gracia se sancionó una de esas maniobras que deben ser penalizadas, pero que no suelen caer en la penalización. En definitiva en el fragor por la lucha de atacar y defender ni más ni menos que por la victoria, hubo un damnificado por un toque (Pernía). La sanción hace ruido porque contrasta la enorme actitud de ambos, que fueron aguerridos y generaron un gran espectáculo.
En la Pampa hubo error. Una maniobra clara como el roce de Chapur para desacomodar el auto de Larrauri y utilizarlo para la superación merece la sanción. Luego, la penalización para el cordobés surgió por el adelantamiento en un relanzamiento.
El automovilismo debe ser una de las disciplinas con mayor tecnología a disposición de sus autoridades deportivas. Hay cámaras convencionales, las on board, el registro de las comunicaciones entre pilotos y equipos, la telemetría… Todo ello está a favor de las decisiones arbitrales. Mientras otras actividades debaten su ingreso (el fútbol es un caso), el deporte motor las multiplica.
Pero el uso de ese avance tecnológico debe estar acompañado por el sentido común. Parte del espectáculo está depositado en la veloz resolución de aquellas situaciones trascendentes para cada evento. Es inapropiado que el público que visita un autódromo o los televidentes se queden, después de un largo rato observando la contienda deportiva, con la incógnita de un resultado tras abandonar el circuito o cambiar de canal. O quedarse con un podio que tiempo después (a veces demasiado) sufre modificaciones. No es fácil, seguro. Pero hay situaciones, como las de ayer, que ameritan otra celeridad. La gran cantidad de pruebas gracias a la tecnología quizá debiera estar acompañada por un cambio de procedimientos. Y para ello, habría que cambiar ciertas reglas que no estiren las decisiones. Como suele decirse, para que la justicia sea justa, debe ser rápida.
Todos cometemos errores. Y es destacable la confesión de Carlos Zanotti, uno de las autoridades deportivas en La Pampa, al declarar en las redes sociales: “Debemos reconocer que nos equivocamos. Volvimos a ver y analizar las cámaras. Si bien el resultado final no cambia, (Chapur) debería ser sancionado y puesto en la planilla oficial… Se analizó finalizada la carrera durante largo tiempo el relanzamiento, y luego de determinar el recargo a Chapur y eso dejarlo detrás de Larrauri por el toque no se analizó en profundidad”.
La tecnología ayuda como instrumento y herramienta. Pero no dictamina. Como siempre, la justicia la ejercen los hombres.
