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Fangio: 25 de Octubre de 1936, el comienzo de todo
Juan Manuel Fangio y sus amigos trabajaban intensamente en el nuevo taller de Avenida del Valle esquina 14 de la ciudad de Balcarce. Era una época dura y difícil de gran recesión. Los trabajos se hacen con esmero, tratando de sumar prestigio.
Por entonces se realizaban algunas competencias no oficiales en la zona. Y en una de esas conversaciones entre mate y mate surge la idea de participar en la carrera de Benito Juárez, reservada a autos standard hasta el modelo 30, con mil pesos en premio, que ayudarían a pagar algunas deudas. Había que conseguir el auto.
Hablan con Bianculli, el dueño de un Ford A modelo 1929 utilizando como auto de alquiler y este decide presentárselo, siempre y cuando al día siguiente dela competencia se lo entreguen en perfectas condiciones. Entre todos acuerdan que su hijo Gilberto, fuera el acompañante en esa carrera.
Fangio, con sus 25 años está entusiasmado, pero el problema era la opinión de sus padres y optó por no hablar de la carrera con ellos.
Con toda dedicación, él y sus amigos preparan el Ford A en horas de la noche. Lo prueban en ruta de tierra llegando a Vela donde José Fangio, hermano mayor de Juan Manuel tiene un taller mecánico. Allí le hacen ajustes y cambian el volante del motor que estaba alivianado por otro standard, porque no desean ser descalificados. Luego vuelven a Balcarce, para completar la preparación del biplaza color azul, ya convertido en auto de carrera.
Don Loreto Fangio, ya había notado movimientos raros, así que en la vereda del taller le preguntó a uno de los amigos de su hijo “…y…que te parece, van a andar bien en la carrera…”. La respuesta no se hizo esperar, confirmando que Juan Manuel correría en la prueba de Benito Juárez.
Fangio siempre recordaba esta anécdota sobre el reto de su padre, no porque corriese, sino, por no haberle dicho nada.
De cualquier manera, Fangio había decidido participar, con el seudónimo de “Rivadavia” y así se produce el debut como piloto del más exitoso volante de todos los tiempos. Al seudónimo lo tomaba del Club Atlético Rivadavia, su club de fútbol.
El sábado durante las pruebas de clasificación, Fangio y Bianculli con el número 19 realizan su mejor vuelta en 5´05´´ a un promedio de 99,735 Kilómetros por hora. Se ubica 7mo. entre 18 participantes. Delante de ellos largarían, El Marqués de la Maire, Umbro Grimozzi, “El Gordo y el Flaco”, Vicente Pifano, Pedro Locatti y Raúl Berini.
El 25 de Octubre todo estaba preparado en Benito Juárez. El circuito tiene una extensión de 8450 metros y deben girar en 25 oportunidades. Fangio se ubica en la segunda fila, ya que parten de a cuatro competidores, todos muy juntos en medio de la polvareda. Estando en la fila india y sin andar a fondo cuidaba la posición inicial. Prácticamente no veía nada por la tierra levantada.
Antes del primer circuito Armando Tessone lo pasa y vuelca el auto espectacularmente golpeando a su acompañante Juan Estayno, quien recibe heridas mortales. La tragedia se hacía presente.
Fangio supera algunos autos, se coloca tercero detrás de Umbro Grimozzi y El Marqués de la Maire. Le venían disputando la colocación Berini y Faré.
Logra mantener su puesto, pero cuando cumple la vuelta 23 el Ford A se queda sin aceite y se funde una biela.
Hay frustración en Fangio y el grupo de amigos que con tanto entusiasmo habían preparado el auto. Veían ahora como la bandera a cuadros señala la victoria de El Marqués de la Maire, seguido de Umbro Grimozzi, Juan Faré y Raúl Berini. Por cuestiones reglamentarias arreglos especiales en los motores los organizadores declaran desiertos lo premios. Hubo larga polémica y bastante tiempo después se declara ganador a Juan Faré.
“…Yo sospechaba que esos dos autos estaban tocados o sea fuera de reglamento, porque el sábado mientras ensayábamos, un Ford me pasó muy fácilmente y eso que nuestro auto tenía una carrocería alivianada que le habíamos hecho especialmente.
En la carrea anduve rápido, pero con cuidado porque había mucho polvo hasta que fundí un cojinete de biela al quedarme sin aceite. Una lástima, porque los mil pesos de premio nos hubieran venido bien para pagar algunas deudas del taller…”.
El problema fue al día siguiente, cuando le contamos lo ocurrido al señor Bianculli. Nos quería matar…pero, finalmente se lo devolvimos reparado”.
