Fórmula 1
Gilles Villeneuve "El Principe de la destrucción"
Se cumplen 38 años de la muerte de uno de los pilotos más queridos de la Fórmula 1, Gilles Villeneuve
El recuerdo d ehoy es para Gilles Villeneuve, nacido el 18 de Enero de 1950 en Chambly, una pequeña localidad de la zona francesa de Québec cercana a Saint-Jean-sur-Richelieu, en Canadá.
Gilles se aficionó pronto a los deportes de nieve y a la velocidad, y con siete años, se sentaba en el regazo de su padre, Seville, mientras este conducía y soportaba altísimos gritos que siempre pedían adelantar.
Al poco tiempo ya lo manejaba él, de pie para llegar a los pedales y ver por el parabrisas.
A los doce años descubrió las motos de nieve, donde llegó a ser campeón del mundo en 1974.
Afición por las motos de nieve, dedicación por los autos y amor por los helicópteros.
La leyenda no confirmada de su atracción favorita decía que apagaba los motores en pleno vuelo, simulando una emergencia si llevaba acompañantes, y volvía a encenderlos tomando el control poco antes de que el aparato impactara contra el suelo.
Temerario y adicto al riesgo, el "Príncipe de la destrucción", tal cual se lo bautizó en Ferrari ya que trituraba los Fórmula 1 hasta sacar la última gota de rendimiento, no era indiferente cuando se ponía al volante.
Le idolatraban o lo odiaban, pero fuera de la pista, la mayoría lo adoraba.
Educado, tímido, leal, familiar, se transformaba cuando se ponía el casco y los guantes.
Siempre a fondo sin lugar para vueltas sin exprimir el auto y tenía un tremendo afán por buscar los límites.
El último romántico fue un piloto especial, otro rey sin corona de la historia de la F1, compañero y amigo de nuestro Lole Reutemann, fue subcampeón en 1979 tras el sudafricano Scheckter, su campañero en Ferrari, título que sí logró su hijo Jacques en 1997 con Williams.
Su historia en las competencias empezó con un Ford Mustang de 1967 modificado y siguió en la Fórmula Atlantic.
En 1976, en una carrera en la que participó James Hunt, futuro campeón de F1 ese año, comenzó su rica historia y su destino en la F1.
Cuando terminó la carrera, Hunt llamó a Teddy Mayer, jefe de McLaren y le dijo: "Me ha ganado un piloto local. Entraba en las curvas derrapando y se mantenía deslizando el tren trasero sin desviarse de la trazada. No hay nadie en la F-1 capaz de hacer algo así. Tenes que ficharlo, no harás mejor inversión en tu vida. Su nombre es Gilles Villeneuve".
Mayer le firmó un precontrato y debutó con McLaren en el GP de Gran Bretaña de 1977, pero Il Comendatore le hechó el ojo y se lo llevó para Maranello.
Fue el hijo-piloto que Don Enzo nunca tuvo. Con Ferrari se convirtió en mito, pese a que era el único que no temía el fuerte caracter y determinación de su patrón.
Gilles siempre ayudó a sus compañeros de equipo y de hecho pudo luchar más el Mundial de 1979, pero colaboró con Scheckter para asegurar el éxito de Ferrari.
Ese espíritu de equipo, no fue correspondido en 1982 y fue clave en su trágico final.
En Ímola, carrera anterior a la de su accidente mortal en Zolder, Bélgica, Gilles lideraba seguido por su compañero de equipo, Didier Pironi. Ambos se pasaban para divertir a la gente, según la idea de Villeneuve, ya que estaba hablado que el orden final sería Villeneuve primero y Pironi segundo. Pero el francés lo adelantó en la última vuelta y ganó. El franco canadiense se enojó muchísimo, se sintió traicionado, tal es así que dejó de hablarle a todos en el boxde su equipo, salvo a Don Enzo Ferrari.
Llegó Bélgica, los ánimos no eran los mejores y durante la clasificación, Pironi lideraba y el canadiense fue decididamente a arrebatarle la pole, pero se encontró con el March de Jochen Mass. Decidió pasarlo por la derecha y el alemán pareció no entender la maniobra de Gilles y se fue ligeramente también en esa dirección. La tremenda diferencia de velocidad entre ambos propició que la rueda delantera izquierda de la Ferrari chocara contra la parte trasera derecha del March, lanzándolo por los aires, cayendo en posición invertida, y arrancando los arneses del chasis.
Villeneuve salió disparado por el aire e impactó brutalmente contra las protecciones del otro lado de la pista. Una fractura cervical incompatible con la vida le hizo fallecer poco después en un hospital.
Algunos dijeron que murió en su ley, otros que el destino está vez no lo perdonó y muchos que se fue para siempre un piloto que entretenía al público y se entregaba al ciento por ciento, generando esa adrenalina, que lo convertían en héroe.