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ILUMINADOS EN EL POTRERO

Potrero de los Funes brilló no solo por su cielo mágicamente azul, también por la gran victoria de Berni Llaver y la clase de Rossi y Canapino
ILUMINADOS EN EL POTRERO
ILUMINADOS EN EL POTRERO

Potrero de los Funes fue la cuarta etapa del campeonato 2018 del STC2000. 

Un circuito que de antemano ya nos despierata sumo interés por sus carácteristicas pero mucho más por su bello paisaje.

Para muchos es el circuito más lindo de la Argentina y uno de los más pintorezcos del mundo.

Tiene además esa magia que despiertan su clima, su topografía y su diseño.

Siempre que volvemos a Potrero sabemos que algo puede pasar. Nos mantiene atentos y enchufados todo el tiempo por esa adrenalina que solamente generan este tipo de escenarios.

Es un trazado veloz, bordeado de muretes, pero con todas las normas que exige la FIA, Federación Internacional del Automovil, por lo cual estamos tranquilos que se corre con absoluta seguridad.

San Luis hizo este circuito y lo hizo como se debe, con todas las de la ley, y por eso responde en caso de una emergencia como la que vivimos el viernes, con el impactante accidente de Facundo Conta, que afortunadamente, por la seguridad del auto y del circuito, la pudo contar.

La carrera parecía que iba en camino a ser un paseo triunfal de Bernardo Llaver. El mendocino de San Martin logró su primera pole, ganó la carrera clasificatoria y se perfilaba como el más fime candidato con Martín Moggia, de excelente fin de semana, y Julián Santero de muy buen presente en Toyota, como sus más acérrimos rivales.

Descartabamos a Facu Ardusso que retrasaba puestos por la penalización, los principales actores de la categoría andaban por el fondo por distintos motivos y todo nos hacía pensar en una carrera más.

Afortunadamente salió un hermoso espectáculo. Si, Llaver se tomó "el buque" como decíimos habitualmente; Moggia y Santero lo persiguieron de lejos pero lo bueno venía desde atrás.

Extraordinaria clase de manejo de los dos mejores pilotos de nuestro país que pusieron todo en la pista y previamente, en una riquísima charla en Carburando por el 13 limaron asperesas, se dijeron lo que se tenían que decir, maniefstaron que nos son amigos, que son rivales, pero que son compañeros en este deporte tan apasionante.

Hablo de Agustín Canapino y Matías Rossi. 

El Titán , fiel a su estilo, empezó a apilar rivales poniendo en juego su Chevrolet que había salido desde boxes antes de la largada con problemas en la dirección hidráulica. Ni siquiera un pedazo de fierro que perforó su parabrisas y golpeó su pecho lo frenaron para escalar hasta llegar desde el fondo al quinto lugar para lidiar con Matías Miilla de gran carrera con el Renault del Sportteam.

Por su parte el Granadero, que el sábado terminó devastado por la rotuta del motor de su Toyota, largó desde la última fila con la firme convición de revertir la historia.

El auto rojo, con detalles alemanes, pasaba autos vuelta tras vuelta hasta llegar a la cola de su archirival del Chevrolet n° 86.

Ahi vimos una clase magistral de manejo. Pusieron todo, se respetaron y demostraron que en el Super también se puede pasar y hacer grandes maniobras, sin necesidad de chapearse o pegarse deliberadamente para pasar o para generar espectáculo.

Una gran fiesta de la categoría que hizo temblar los paredones y convirtió al "Majestuoso" Potrero en una fantástica caja de resonancia con un sonido inigualable que generan los injustamente catigados V8.

Los jovenes se soltaron y dejaron lo suyo con un merecido podio que refleja el talento y la dedicación.

Llaver, Moggia y Santero, con los maestros del volante actual dando cátedra desde atrás.

 

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