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La cuarentena pone a los equipos al borde del abismo
Mantener un equipo de competición sin ingresos y con un costo millonario por mes, se convierte en una misión imposible en tiempos de pandemia.
Lo peor de la pandemia se empieza a sentir con toda su crudeza en todos los ámbitos y el automovilismo no es la excepción. Esto no tiene que ver con los números de brotes del COVID-19, que hasta acá ha sido contenido con éxito, sino con el impacto económico que genera la cuarentena. Para un propietario de equipo de competición, mantener la estructura le implica un desembolso aproximado de 1,5 millones de pesos por mes, lo que pone en serios riesgos la continuidad de muchos equipos de las categorías nacionales si las carreras no retornan a corto plazo.
El Coronavirus llegó a la Argentina con el calor de marzo y eso sirvió para ralentizar su propagación. Sin embargo, coincidió con el retorno de varias actividades luego del receso veraniego.
En el caso del automovilismo, algunas categorías lograron comenzar sus campeonatos y otras ni siquiera alcanzaron a ponerse en marcha. Por lo que para muchos equipos, ya son seis los meses sin competencias y sin ingresos económicos.
La cuarentena pone al borde del abismo a la gran mayoría de los equipos que no cuenta con un respaldo fuerte de una terminal automotriz. Estos últimos son una pequeña porción de esta enorme industria de las carreras de autos, que les da trabajo a 55.000 familias y que genera un movimiento económico de 400.000.000 de pesos anuales en el país.
Un equipo de carreras, que compite en dos categorías distintas con dos autos en cada una de ellas y cuenta con unos diez empleados, tiene un costo mensual de alrededor de 1,5 millones de pesos. De los cuales, el 80 por ciento se destina al pago de sueldos del personal que hoy no puede asistir a los talleres a trabajar y el resto al pago del alquiler e impuestos y servicios del inmueble donde está asentada la base operativa del equipo.
Ese 80 por ciento representa 1,2 millones de pesos para pagar sueldos. Un equipo modelo como el que tomó de referencia carburando.com para realizar este informe, es un equipo particular con aspiraciones de victoria en dos categorías nacionales, de las consideradas grandes. Es decir, no tiene el poderío económico de los oficiales, tiene un taller modesto sin grandes comodidades en un galpón de la provincia de Buenos Aires, por el que se paga un alquiler de 230.000 pesos, más otros 30.000 de impuestos mensuales.
Este equipo, como tantos otros, cuenta con un grupo de unas diez a doce personas especializadas. El equipo técnico está integrado por un ingeniero como director técnico, un ingeniero dedicado a los desarrollos en el taller, un asistente del departamento de ingeniería, un director de mecánica, un responsable del taller, cuatro mecánicos (dos de ellos son encargados de autos), un chofer del camión, un personal de limpieza y un ploteador de los autos. Este es el personal fijo, al que los fines de semana de competencia se le suman unos cuatro operarios temporales.
Sin levantar las persianas del taller, con impuestos, sueldos, alquiler y servicios, el dueño de un equipo debe desembolsar alrededor de un 1,5 millones de pesos. Una cifra que se reduciría a 1,1 ó 1,2 millones si el equipo solo compitiera en una categoría, porque se evitarían algunos cargos de los operarios más costosos. Con esos números, al día de hoy son unos 9 millones de pesos los que ya debió soportar un propietario de equipo desde la última fecha del 2019, en diciembre pasado.
Una mochila muy difícil de soportar en tiempos de cuarentena. Los equipos necesitan el regreso de las carreras antes de que sea tarde.