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La Otra Mirada: fútbol y automovilismo, dos pasiones que se unen

En la Argentina, el fútbol y el automovilismo se transformaron en las dos grandes pasiones populares; un repaso por la historia en La Otra Mirada

La Otra Mirada: fútbol y automovilismo, dos pasiones que se unen
La Otra Mirada: fútbol y automovilismo, dos pasiones que se unen

El automovilismo estuvo vinculado con el fútbol desde sus orígenes, al menos en la Argentina. Dos de las grandes pasiones que marcaron el gusto popular por el deporte. En una época, los argentinos se dividían por River o Boca, por Ford o Chevrolet. Por los Gálvez o Fangio.

No es casualidad que ambas disciplinas se desarrollaran y tuvieran tanto arraigo en el país. Al fútbol lo trajeron sus inventores, los ingleses. Y el automóvil fue emblema de un país próspero y pujante, potencia a principios del Siglo XX, siendo uno de los primeros en ensamblar vehículos fuera de Europa y de los Estados Unidos.

La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se fundó el 21 de febrero de 1893, y el Automóvil Club Argentino, el 11 de junio de 1904, inclusive antes que la Federación Internacional del Automóvil (FIA).

 

 

 

 

 

Claramente el automovilismo comenzaba a tener contacto estrecho con el fútbol. Los ejemplos son múltiples. Hay para todos los gustos. Eduardo Pedrazzini, el monarca del incipiente Turismo Carretera en 1937, fue además presidente del Club Belgrano, de Rosario. De hecho algunos futbolistas de esa entidad trabajaron como mecánicos en el taller del campeón.

Si se menciona a “El Chueco”, no hay otro que Juan Manuel Fangio. El más grande piloto de todos los tiempos de la Argentina le debe su apodo a su pasado futbolero, cuando jugaba en el equipo Leandro N. Alem, de Balcarce, época que se debatía entre sus dos pasiones, aunque el corazón finalmente se inclinó por el vértigo del automovilismo.

De hecho, su debut fierrero, el 25 de octubre de 1936, fue en Benito Juárez, bajo el seudónimo de “Rivadavia”, en honor al su primer equipo de fútbol.

José Froilán González apeló al fútbol para recaudar fondos para la gran epopeya automovilística de la historia nacional: “La BsAs-Caracas”. El periódico Arrecifes siguió las alternativas de los encuentros futbolísticos protagonizados por los equipos Liga Deportiva Bartolomé Mitre (en favor de don Pepe) y Capitán Sarmiento, que respondía a los intereses de Daimo Bojanich.

River tuvo su vínculo con el automovilismo. El 27 de noviembre de 1940, el Gran Premio del Norte se largó desde su estadio. Más de medio siglo después el Monumental tuvo otro Mundial, de la mano del WRC. El Rally Mundial dio el puntapié inicial en el Rally de la Argentina.

El propio Fangio, simpatizante de River, asistió a varios partidos del equipo de Núñez, y también estuvo en el césped del estadio para saludar y hasta dar algún que otro puntapié incial con el seleccionado nacional.

El gran Amadeo Carrizo había dejado el arco millonario y del seleccionado y se dio el gusto de ser acompañante de Raúl Libera, en la Dodge de TC.

Osvaldo “Cocho” López, siempre aliado del marketing y la promoción, se dio el gusto de festejar el torneo presentación de TC2000, en 1979, al llevar a su Peugeot 504 al Monumental con el gran River de Ángel Labruna.

Y también tuvo su representación en el automovilismo nacional, cuando el Top Race llevó a los clubes de fútbol a la categoría. Allí Juan María Traverso se puso el buzo con la franja roja en el pecho.

Claro que estuvieron casi todos los equipos, y se exhibían los autos en las canchas, previo a los partidos de primera división. Y obviamente, allí estaba Boca Juniors, quizá el club con más afinidad con el automovilismo nacional.

Sus dirigentes, por ejemplo, se identificaron con el mundo de la velocidad. Alberto J. Armando fue uno de los primeros en poner publicidad en el Turismo carretera, ni más ni menos que en los Ford de los hermanos Gálvez.

Más tarde, otro presidente xeneize, Antonio Alegre, mostraba su empresa de pavimento a través del auto de Francisco Espinosa, campeón en 1979/80. Y su hijo, Daniel Alegre, fue acompañante en muchas competencias. Y más cercano en el tiempo, José Beraldi, piloto de TC, manejó el fútbol de Boca desde la dirigencia.

Oscar Angeletti, monarca del TC en 1986, era hijo de Francisco, futbolista, que supo ser campeón con Boca. Martín Palermo y el Pato Abbondanzieri coquetearon con el automovilismo, mientras que Bruno Marioni y Ariel “Chino” Garcé.

Pero el caso más emblemático es el de Vicente Pernía, el férrero defensor de Boca, que en 1978, previo a la final del mundo con el Borussia Dortmund, pidió al DT, Juan Carlos Lorenzo y al mismo Armando, el permiso para correr en autos si vencían a los alemanes. Tras la victoria, comenzó la carrera automovilística de Pernía, que se extendió a sus hijos futboleros, Leonel y Mariano, que jugó en la selección española, y nieto.

Y el gran Diego Maradona, amante de los autos, disfrutó de algunas vueltas en el Ford de TC de Oscar Aventin, giró en Córdoba junto con Gabriel Raies y hasta estuvo a un paso de probar un Williams de Fórmula 1. Y el TC agasajó el 1 de mayo de 2005 al entonces presidente de la AFA, Julio Grondona, fanático del automovilismo, con un premio que llevaba su nombre.

Nadie duda de las condiciones de Roberto Mouras, ídolo del TC. Fue un gran volante, pero no sólo en el automovilismo. Como N° 5 jugó en su juventud en el equipo Los Funebreros, de baby, y en el Club Atlético Carlos Casares, con quien logró el ascenso regional.

Con la llegada de la Fórmula 1 a la Argentina, Michael Schumacher se dio el gusto de visitar la concentración de la Selección nacional y jugar un picado con las estrellas argentinas, incluido el mismo entrenador Daniel Passarella, fanático del automovilismo.

El vértigo y la velocidad sedujeron a Facundo Ardusso, que de chico soñaba con el fútbol y hasta llegó a probarse en River, pero se consagró en el automovilismo nacional y es dirigente de su amado Sportivo Las Parejas. Y hasta contagia su pasión fierrera a los consagrados Leonardo Ponzio y Nacho Scocco.

Delantero de selección, Claudio El Piojo López se desquita de la pasión por la velocidad al competir en el Rally Nacional.

Los ejemplos se multiplican. Las dos grandes pasiones argentinas estuvieron entrelazadas en el tiempo. Así como en la niñez la pelota y los autitos son los juguetes más comunes, la tradición se mantiene. El fútbol y el automovilismo.

 

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