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La sanción más dura

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La sanción más dura

Omar Martínez fue suspendido por cuatro carreras y deberá pagar una multa de 200 mil pesos que será destinada a diversas instituciones. Es la sanción tras el escándalo de Concordia por las anomalías en el motor de su auto. Esto es lo que se supo tras el descargo del piloto y la rápida resolución del caso por parte de quienes imparten justicia en la ACTC. De acuerdo con la voluntad de apelación que tenga el campeón de la categoría dependerá la fecha de su regreso a las pistas. Tras conocerse la decisión, las opiniones son diversas. Muchos la consideran a simple vista cercana a la justicia y otros, muchos, la ven insuficiente por múltiples motivos. No es la discusión de esta nota si la sanción es fuerte o es suave. Tampoco se discute, y que quede claro, a la persona, que como todos en la vida terrenal, ha cometido un error y en este caso deberá pagar por ello. Llegará ahora el momento de analizar los errores que se cometieron, sea en la motorización del auto, en los controles, en los silencios, y en las repetidas fallas en las comunicaciones sin ningún actor principal dando la cara, y todos esquivando a los periodistas como si fueran los culpables del caso. 

Hay una sanción que ha sido conocida, punto. Y se cumplirá. Pero quedó en el fondo de la cuestón una sanción mucho más grave y mucho más dolorosa que las cuatro fechas y los 200 mil pesos. La más grave para Martínez. La sanción de muchos de los seguidores del piloto es la que más le duele en este momento. 'Decime que no es cierto, yo lo sigo desde siempre y ahora que pasa esto no lo puedo creer', es la frase más escuchada de muchos de los fanáticos del TC y del campeón. Cualquiera lo puede atestiguar. Ni hablar de quienes desde la vereda de enfrente se brotan de la bronca por lo que pasó. Esa sanción del público es dolorosa para quien con una brillante campaña y una personalidad de bajo perfil, supo cultivar y hacer crecer una idolatría que hasta Concordia era inmaculada. Otra sanción, no menos dolorosa, es la de los pilotos colegas. Si bien muchos guardaron respetuoso silencio, otros prefirieron opinar. La mayoría de los que opinaron se sintieron dolidos y estafados con lo que pasó en Concordia. Esos mismos pilotos serán quienes compartan reuniones y carreras cuando Martínez regrese. ¿Cómo actuarán en ese momento? Por último, la sanción de los dirigentes. Si bien fueron muy inteligentes y cuidadosos en sus declaraciones, en todos los casos se percibió el dolor y la desazón ante la situación y la trascendencia mediática que tuvo. Hubo declaraciones muy claras al respecto. 

El tiempo cura las heridas, también el tiempo seguramente retornará al campeón a las pistas. Cumplirá la sanción, pagará los 200 mil pesos y retomará su camino. La pena quedará purgada. El tema del motor empezará a ser historia. El olvido irá ganando de a poco su terreno. Pero hay en el ambiente una sanción que tardará mucho tiempo en quedar sin efecto: y es la de quienes desde su lugar de espectador y seguidor histórico de las carreras de TC mantendrá en sus almas; la de los pilotos, que tardarán en perdonar y olvidar haberlos hecho sentir como ellos mismos dijeron; y la de los dirigentes, por haberlos puesto en una encrucijada difícil de resolver en poco tiempo por su complejidad. Esas heridas llevarán mucho tiempo en sanar. Y esa sanción es más grave que las cuatro fechas y la multa.

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