La Otra Mirada
La tragedia de Buenos Aires, en La Otra Mirada
El autódromo porteño colmado para vivir una gran festa, pero la tragedia sorprendió con imágenes sorprendentes y la muerte, una vez más, golpeando a la actividad.
Todo estaba preparado para una gran fiesta popular y del deporte. El entonces autódromo porteño colmado, con más público que capacidad en las tribunas y un cierre de 11 años sin fechas mundialistas en la Argentina. Se desarrollaban los 1000 Kilómetros de BsAs con los que el Mundial de Sport Prototipo abría el calendario.
Las grandes figuras del automovilismo mundial, reunidas en el Autódromo. Apellidos como Ickx, Andretti, Beltroise, Jabouille, Rodríguez, Pescarolo, Sifert, Bell, Lorrouse, Fittipaldi, Reutemann y hasta un tal Helmut Marko, asesor deportivo de Red Bull, se medían sobre el asfalto porteño.
La multitud lamentaba la ausencia del Berta LR, el orgullo nacional conducido por Di Palma y Marincovich, pro inconvenientes en el impulsor. Aunque había otros representantes nacionales, como García Veiga, Pairetti, Del Río, Ruesch, Copello, Estefano, Cupeiro o Monguzzi, entre otros.
Entre todos esos nombres estaba el de Ignazio Giunti. Un piloto italiano, de 29 años, que estaba bajo las filas de don Enzo Ferrari.
Hijo de una familia adinerada, comenzó en el automovilismo a los 19 años cuando compró un Alfa Romeo. No demostró grandes habilidades en la categoría de Turismo. Pero al cambiar a los Sports Prototipo, modificó su actitud. Allí es llamado por Il Comendattore.
Corrió junto con Mario Andretti en un SP 512S y ganaron las 12 Horas de Sebring. Otros buenos resultados lo catapultaron a la Fórmula 1. En 1970 corrió en el viejo y largo trazado de Spa Francorchamps, logrando un excelente cuarto puesto.
En Buenos Aires, en medio de la extensa competencia, bajo el impiadoso sol del 10 de enero de 1971, la Frrari luchaba contra los poderosos Porsche. Y en el momento menos pensado, llegó la tragedia.
Jean-Pierre Beltoise, con Matra-Simca MS660, se quedó sin combustible y comenzó a empujar su auto hacia los boxes. Por la izquierda lo superó la Ferrari 512M de Mike Pakers. Pero allí, Giunti no advierte la extraña situación. Se lo encontró en el medio de la trayectoria al Matra de Beltoise y se produjo el choque. El auto de inmediato se prendió fuego.
La imagen fue dantesca. El humo negro se apoderó del autódromo. El espanto, también. Un camión de bomberos cruzó a contramano la pista, casi provocando otra tragedia, ya que milagrosamente esquivó a Arturo Merzario, que iba a relevar a Giunti en la Ferrari, y que salió corriendo a auxiliar a su compañero, cruzando la pista corriendo.
Vaya vocación de Merzario, el mismo que tiempo después ayudó a otro piloto a salir de un infierno similar en Núrburgring, rescatando a Niki Lauda.
El cuerpo de Giunti, tres cuartas partes quemado y con fracturas, fue rescatado y trasladado al Hospital Fernández. Minutos después del festejo de los pilotos del Porsche 917 de Jo Siffert y de Dereck Bell como ganadores de las 1000 Millas de Buenos Aires, en el hospital se oficializaba la muere de Giunti.
Beltoise fue acusado por la culpabilidad del hecho. De hecho, hubo un intento de denuncia penal y finalmente fue sancionado con una suspensión de tres meses, reducida respecto de los 6 iniciales. El más duro fue el propio Enzo Ferrari, que lo apuntó con el dedo atribuyéndole toda responsabilidad de la muerte.
El director de la carrera fue Juan Manuel Fangio, que se mostró muy empático con Beltoise. Hasta lo invitó a descansar unos días a Mar del Plata y a Balcarce, junto con los también franceses Jean Pierre Jabouille y Henri Pescarolo y el mismísimo Ronnie Peterson.
Otros tiempos. La tragedia era acompañante de una actividad tan popular como despiadadmente riesgosa. Una imagen impactante que más de medio siglo después, aún sacude a la historia del autódromo porteño.
