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Lobos, de la fatalidad a la inmortalidad

El recuerdo de aquel 22 de noviembre de 1992 triste e inolvidable, en el que Mouras dejó todo por aquella obsesión de ser campeón con Chevrolet.
Lobos, de la fatalidad a la inmortalidad
Lobos, de la fatalidad a la inmortalidad

“Mouras se juega la última posibilidad en el campeonato”, lanzaba calentando la garganta Eduardo González Rouco, en simultáneo con la señal de largada. Allí se iban el Toro de Carlos Casares y José María Romero desde la primera fila, en plena aceleración sobre la ruta 205. Carburando transmitía en vivo, por Canal 13, una de las pocas carreras en ruta que se televisaban por año.

Estaba en marcha la decimoquinta y penúltima final de la temporada 1992 del Turismo Carretera, en el circuito semipermanente de Lobos. Roberto Mouras perseguía esa obsesión de salir campeón con Chevrolet y necesitaba el triunfo. Se sabía que iba a salir por todo, para achicar la distancia en el campeonato con los líderes.

Una bujía lo había hecho volver con las manos vacías desde San Lorenzo en la fecha anterior, luego de dos segundos puestos en Mendoza y la base aérea de Morón. Un traspié que lo separó de sus rivales. Con 50 puntos en juego, llegaba a Lobos a 16 unidades del puntero Juan Manuel Landa (Dodge) y a 14 de Oscar Aventín (Ford). Luego iba a quedar la definición en el autódromo de Buenos Aires, donde el “Puma” era el favorito. Mouras tenía la imperiosa necesidad de descontar puntos.

Aquel domingo 22 de noviembre, había arrancado con una mañana fresca, muy ventosa, y las nubes alternaban la aparición del sol. Fueron 86 los autos que largaron las series. Y Mouras había arrancado bien la jornada arrebatándole la serie a Romero en la última vuelta. Aventín terminaba tercero ese mismo parcial (el primero), mientras que Landa demoraba 8 segundos más que el “Toro” para ganar la segunda batería.

Mouras y Romero compartían la primera fila de la final. Aventín largaba al lado de “Cocho” López desde la quinta y Landa lo hacía una hilera más atrás junto a Luis Hernández. El “Principe” de Carlos Casares controlaba la carrera con un ritmo demoledor. Pero el de Morón lo seguía en los relojes. En las primeras vueltas, también se prendían Fabián Acuña y Juan De Benedictis en la discusión. Pero de a poco, Mouras se escapaba en los tiempos.

Rumbo a la mitad de la carrera pautada a 18 vueltas, en el circuito de 7.030 metros de extensión, la pelea por la victoria era territorial. Romero era segundo en los tiempos y en el camino. La presión fue cada vez mayor. Mouras debía exigirse para contenerlo al olavarriense. El Chevrolet N° 9 bloqueaba en los frenajes y aceleraba con derrapes controlados. Estaba claro que no iba entregar fácilmente la punta.

En la vuelta 9, y con los resultados parciales, Mouras se acercaba a 10,5 puntos de Landa y a 9 de Aventin. Debía sostener más que nunca ese triunfo. La ruta 205 recibía a los líderes para abrir la vuelta 10. Era la mayor diferencia entre el Chevrolet y la Dodge. Después de 3 kilómetros, el estallido, la polvareda, los fantasmas, el desborde, la bandera roja, la incredulidad, lo evidente, lo irreversible, el silencio que aturde…

“¿!Cómo hacer para decirles que Roberto Mouras ha muerto?!”, la noticia oficial y desgarradora llegaba en la voz de “Cacho” González Rouco. La fatalidad, la inmortalidad del ídolo!

 

Resumen de la carrera de Lobos '92

 


 

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