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Los pilotos de antes no pasaban la alcoholemia
La rica historia del automovilismo mundial tiene datos y anécdotas muy curiosas, graciosas y alarmantes.
Episodios que hoy no sólo llamarían la atención sino que directamente causarían estupor y hasta serias penalizaciones.
Indudablemente era un deporte para audaces y arriesgados, a quienes no les importaba demasiado sus vidas.
Según la historia de Indianápolis, un Peugeot ganó en 1913, primer auto en tener cuatro válvulas por cilindro.
El automóvil era conducido por un francés llamado Jules Goux, que de casco usaba una boina y de antiflama camisa y corbata.
El susodicho "franchute" se tomó la módica suma de seis botellas de champagne durante la carrera, mucho antes de que Dan Gurney y A.J.Foyt en 1967 lo desparramaran en el podio de Le Mans e hicieran famoso este festejo.
Hoy lo de Goux parece un disprate total pero en aquella época era muy común que los pilotos se entonaran para agarrar coraje, claro que éste se las tomó durante la competencia, en cada parada, para reabastecer su máquina y su cuerpo.
En la Targa/Florio de 1931, carrera de casi 10 horas de duración, el equipo Alfa Romeo tenía mecánicos para cambiar las gomas y auxiliares para llenar los tanques del auto y de los pilotos.
Aunque no lo crean un mecánico repartía vino tinto entre los corredores durante las detenciones.
Otro caso muy curioso fue el de el italiano Giovanni Bracco durante la Mille Miglia de 1952 con más de 1600 km de recorrido, lo que representaba un esfuerzo sobrehumano para los conductores.
Bracco ganaba cómodamente al comando de una Ferrari, cuando llegó a Roma pidió algo de beber. Le ofrecieron agua, se negó rotundamente tomándolo como un insulto y pidió vino chianti, el cual le negaron porque además faltaban casi 800 km de recorrido todavía.
Pero, para sorpresa de su equipo, el amigo Bracco, se negó a continuar si no le entregaban su pedido.
El equipo ante esta situación se lo cumplió a medias y el hombre en cuestión siguió su camino.
Llegó a Florencia en la última parada y pidió otra botella. Esta vez no hubo resistencia ya que el italiano había estirado aun más su ventaja.
Bracco le ganó al Mercedes Benz de Karl Kling con dos botellas de chianti encima, aunque algunas crónicas de la época, aseguran que Giovanni, se había empinado además seis petacas de coñac y se había fumado unos cuantos habanos.
Más acá en el tiempo, en un Rally de Argentina por el Campeonato del mundo, un gran Campeón aceptó una bebida espirituosa que le acercaron los simpáticos cordobeses del público y al subirse a su Renault 18 se mostró imparable. Aunque por su talento no lo necesitaba, se ve que el energizante natural de uvas lo entonó y, según su navegante, se mostró imparable.
Menos mal que no había control de alcoholemia.
Fuente: "Fierro Plus" de Pablo Vignone
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