Opinión
LUQUE LE HACE BIEN AL AUTOMOVILISMO
Hace varios años se instaló en el automovilismo, fundamentalmente en el argentino, aquello que no debe destacarse un piloto por sobre el resto con demasiada contundencia porque ese dominio va en detrimento del interés que pueda despertar la actividad.
Ejemplos hay de sobra para fundamentar esta “corriente pensadora” en el deporte motor vernáculo. El sistema de “play off” o localmente denominada “Copa de Oro”, la vieja implementación de lastres, las penalizaciones en la grilla según el rendimiento durante la temporada y siguen las demostraciones. No es más que descender la medida de exigencia para tener contenido a quien sobresale en busca de una atracción de dudosa eficacia.
¿Alguien puede afirmar que aquellos años en los que los Traverso, los Mouras, los Di Palma alejaron adeptos al automovilismo? Las actividades deportivas se sustentan por los nombres rutilantes que se transforman en pilares, referentes. En algunos casos ídolos que se transforman atracciones en sí mismo.
Con los sistemas actuales de campeonatos, es muy difícil elaborar aquellas figuras, independientemente de llegada, carisma y magnetismo de los protagonistas. En definitiva, los resultados posicionan a los grandes nombres. ¿Por qué tanto temor a que alguien dominen por amplio margen un certamen?
Manuel Luque es el “peso pesado” del TC2000. Nadie puede con el líder del campeonato. Llegó al tope de lastre, con 80 kilos, y así se mantiene imbatible. Hasta parece poner en ridículo el sistema de penalización de la categoría, porque sigue para adelante. En Río Cuarto se transformó en el primer piloto en obtener la pole position con esa característica de peso. Fue la tercera de la temporada, ya que se suma a la de Buenos Aires y Paraná. Fue imbatible en la final y se llevó la tercera victoria de la temporada (se suma a Buenos Aires y Paraná –recordamos que la del sprint otorga validez para la lucha por el título-) y además también logró tres récords de vuelta sobre cinco fechas.
Aquí no estamos afirmando que Luque pasa a transformarse en un ídolo nacional. Está lejos de serlo aún. Pero demuestra una contundencia técnica en su conducción, avalada por el excelente trabajo del Ambrogio Racing, para eliminar esa traba reglamentaria que sólo está para que no suceda lo que sucede.
Bienvenido Manu Luque a ese selecto grupo de pilotos destacados. Cada uno en su nivel, para que esas figuras conformen, desde su lugar, los puntales y referencias de cada categoría. Así como esta buena y saludable característica se elabora en la promocional (y cada vez más vista TC2000), también podría extenderse a las disciplinas mayores. Quizá en el regreso a las fuentes se encuentre algo de lo que se añora…