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Medio siglo de un clásico: el Mehari
Nadie se imaginaba el 11 de mayo de 1968 en el golf de Deauville, en Francia, que el simple modelo que se presentaba allí iba a convertirse en un clásico y en un emblema de una época. El Mehari fue un vehículo que estaba adelantado en su tiempo. La practicidad de un automóvil muy liviano, que apenas superaba los 500 kilos, fue tan versátil que se adaptó a diversos usos.
Símbolo de la libertad y de la revolución que los jóvenes que transitaba la agonía de la década de los años 60, fue tan diversos que hasta se construyó para la Gendarmería. Sin objetivos ni ambiciones aspiracionales, el cabrio se lanzó con colores inusuales por aquellos años.
Fabricado sobre la plataforma del Dyane 6, su peso tan liviano obedecía, además de la mecánica sencilla, a una carrocería deplástico. Las zonas costeras rápidamente se poblaron de mehari, ya que con una simple manguera podía lavarse el auto por completo, siendo además un vehículo para transitar la arena, con aspecto divertido.
Como si todo eso fuera poco, el auto podía reducirse a la mitad en altura, ya que se replegaba el parabrisas y se le quitaba la capota. Al chasis excesivamente alto para las características del vehículo, en 1979 salió la versión de tracción integral.
Esa nueva condición permitió a los organizadores de los primeros Dakar utilizar este vehículo como asistencia en los extensos desiertos africanos, además de competir en todo tipo de travesías similares.
Como todo clásico, también participó en diferentes películas y series, fundamentalmente en Francia. El éxito del vehículo obedece también a los múltiples lugares donde se construyó. Además de Francia, también se produjo en España, Portugal, Grecia, Costa de Marfil, Chile, Vietnam, Senegal y la Argentina, alcanzando la cifra de 145.000 unidades.
En nuestro país Citroën lo fabricó entre 1971 y 1980 con 3997 maquinas. Más tarde, en 1984, la empresa Sai Lari volvió a la carga, bajo la denominación Safari, aunque apenas duró dos años.