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No es una cuestión de actitud

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El público aplaude intentos fallidos de pilotos, a su vez los protagonistas no tienen en claro las reglas de juego para saber qué es válido y qué no, y son más abundantes las polémicas que las maniobras para el recuerdo en el automovilismo de nuestros días.

Está claro que las carreras son más espectaculares cuando los autos se raspan. La emoción es mayor cuando en los cambios de posiciones hay fricción. Y si la maniobra es para la discusión, mejor aun porque se sostiene en el tiempo y en la memoria. Incluso, mucho más que un sobrepaso limpio, sin contacto. Sin embargo, existe una confusión sobre la valoración de la "actitud" de determinados pilotos en la entrega por el resultado y la validez de una maniobra.

Ayer, Mauro Giallombardo buscó la “heroica” en un intento tan extralimitado como utópico. Sobre el final de la carrera del Top Race, quiso quitarle la primera posición a Agustín Canapino con un movimiento agresivo. El de Bernal estaba a casi tres autos de distancia, estiró el frenaje y fue al contacto con su rival para que lo ayude a desacelerar y doblar lo que la física no le permitiría. No solo puso en riesgo su carrera sino también la del de Arrecifes.

Un exceso de Giallombardo. Una mala maniobra. Imposible que terminara en buenos términos para ambos. Estratégicamente, errónea. El segundo puesto lo ponía décimo en un campeonato que lo tiene desconectado del grupo que clasificará a la etapa final. No quiso volver a su casa sin triunfo con el auto a batir, ni que la carrera la ganara el piloto con quien lo separan enormes diferencias personales.

Hasta aquí el análisis frío de la escena. Lo rigurosamente deportivo. Cosas que pueden suceder en una carrera. Lo llamativo fue la reacción del afuera. El público destacó (en redes sociales y encuestas) la actitud de Giallombardo y pocos criticaron la cuestión técnica de la maniobra. Al punto de casi ignorar el exabrupto conductivo. Ir a todo o nada, en estos casos es tan impulsivo como improductivo. La "actitud" debe valorarse cuando se intenta algo que tiene las mismas chances de salir bien como de salir mal. Y en este caso no estaban balanceadas las posibilidades. Es difícil imaginarse un final de esa maniobra con sabor dulce para Mauro. Es más, haber quedado tirado fue el desenlace más benévolo para él. Porque si ambos abandonaban hubiese sido un papelón de principiante y si perjudicaba a Canapino le hubiesen arreciado las críticas.

Al cabo, no es más que una mala maniobra de uno de los pilotos más veloces de nuestro país. Como la de Facundo Chapur contra Leonel Larrauri con el TN, también ayer, pero en Toay. O la de Canapino a Néstor Girolami en el Súper TC 2000, en Rafaela 2015. Todas peleando por la victoria. U otras… Lo que no debe confundirse es el análisis de la situación. A veces querer ganar es no saber perder y la "actitud" es imprudencia. Por ahí se extiende la delgada línea de valorar lo que es ilícito… Y ya no es cuestión de interpretación.

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