TC2000
Rendirse, jamás…
Un toque con Matías Rossi en la segunda curva de la final, en Termas de Río Hondo, fue el comienzo de un calvario para Emiliano Spataro, quien a partir de la tercera vuelta debió manejar su Renault Fluence con más fuerza que precisión y con más corazón que técnica, para llegar noveno en una fecha que el piloto de Lanús recordará por mucho tiempo.
“Me duele todo… fue durísima”, confiesa Spataro a dos días de la competencia. “Me toqué con Rossi en la segunda curva después de la largada. Se dobló la llanta y aparentemente se rompió un flexible por donde se fue perdiendo todo el líquido de la bomba hidráulica. En la tercera vuelta ya se me empezó a poner dura la dirección y desde ahí fue un sufrimiento”, cuenta el piloto del rombo.
Las imágenes son elocuentes. Cada curva significaba una pesadilla distinta y durante la entrada del auto de seguridad -que suponía un respiro-, se manifestaban los dolores en toda su magnitud. “Desde boxes me pedían que aguantara. Yo no podía más del esfuerzo. El curvón era durísimo. Ya no sabía cómo afirmarme al volante para doblar. En las salidas de las curvas aceleraba fuerte para hacer patinar las gomas y que se alivianara la dirección. Solo perdía 3 décimas por vuelta y por eso decidí mantenerme en pista”, explica Spataro.
La estrategia fue clave para justificar semejante sacrificio. “Después del segundo Auto de Seguridad decidimos parar a cambiar la goma. Eso me salvó, porque después se volvió a neutralizar y ahí le gané las posiciones a todos los que siguieron hasta el final de la carrera con la goma blanda. Pude terminar noveno y llevarme ocho puntos que pueden ser importantes en el campeonato. Si hubiese hecho ese esfuerzo y no sumaba puntos, me moría”, relata el piloto del Sportteam que está segundo en el campeonato (con la misma cantidad de puntos que Agustín Canapino) a 14 unidades del líder Facundo Ardusso.
No es habitual que los pilotos continúen en carrera cuando se rompe la dirección hidráulica. En Termas de Río Hondo abandonaron Esteban Guerrieri, Rafael Morgenstern y Germán Sirvent por ese problema. Sin embargo, Spataro resistió: “Me mato todos los días en el gimnasio. Sino no hubiese soportado. Pero también sabía que era fundamental mantener la calma, porque si me ponía nervioso iba a consumir mucho oxígeno y me iba a caer a pedazos”.
En un circuito con 11 curvas, dio 29 vueltas sin dirección hidráulica. Es decir, fueron 319 veces las que Spataro debió recurrir no solo a la fuerza física sino también a la respuesta anímica. A puro corazón. Poderoso el “chiquitín”…
Producción video: Gonzalo Alaniz