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Simulicar, una propuesta que se aleja del simracing

El simulador de entrenamiento de Alejandro Morgera reproduce a ciencia fiel lo que pasa arriba de un auto de carreras.
Simulicar, una propuesta que se aleja del simracing
Simulicar, una propuesta que se aleja del simracing

La cuarentena obligatoria motivada por el COVID-19 puso sobre la mesa una propuesta que cada vez ganas más adeptos como es el simracing. Desde hace tiempo a esta parte, el simulador pasó a ser una parte importante en el entrenamiento de los pilotos profesionales y también de los amateurs. Sin embargo, hace doce años que en nuestro país existe el “Simulicar”, una herramienta que recrea con gran fidelidad lo que pasa arriba de un auto de carreras y dista bastante de lo que vemos en el ámbito comercial.

“Como entrenador me hice mi herramienta y como en el momento que yo comencé, 12 años atrás, la simulación era un aspecto muy nuevo y había muy pocas cosas, se fue haciendo a ciencia fiel de lo que es un auto de carrera para poder recrear todas las emociones y todas las incomodidades que sufre un piloto en su vehículo”, expresó Alejandro Morgera, quien armó su máquina sobre un Ford que utilizó Emanuel Moriatis en 2002.

Capitalizando este parate, Morgera hizo grandes actualizaciones sobre el simulador. “Lo fui evolucionando muchísimo, el simulador de hoy día es muy distinto al del comienzo por como progresó la tecnología, por los conocimiento que fui adquiriendo y por el factor económico, ya que al darse como un trabajo fui invirtiendo en el aparato. De hecho, aproveche este receso para repasarlo a cero porque hacía mucho tiempo que no podía hacerlo por tener mucha actividad laboral”, explicó.

Por otro lado, el marplatense remarcó cual es la idea principal con la que fue concebido el “Simulicar”. “Se maneja de manera muy parecida a un auto de carrera. Si bien no tiene la inercia, la dureza del volante y la reacción del software trabajan como en la realidad. Hice hincapié en todos los detalles para que la mente del piloto viaje y crea que está arriba de su auto, pero con una pantalla. Esto me permite trabajar la parte de neurociencia, que es lo que más me motiva como entrenador”, afirmó.

En tanto, el actual chasista de Santiago Mangoni dio su opinión sobre la funcionalidad de los simuladores comerciales. “Para mí, en un 80% son perjudiciales para los pilotos. En los últimos dos o tres años, distintas empresas han mejorado y se arriman más a la realidad. Si el aparato electrónicamente o el software no es bueno, el piloto puede entrenar la parte neuronal  y la concentración, pero el manejo y las sensaciones que recibe son totalmente distintas a un auto de verdad”, sentenció.

Y cerró argumentando sobre el mismo tema. “Si uno lo toma como una herramienta de entrenamiento, esta etapa que nos toca vivir con el coronavirus es beneficioso. Sin embargo, el piloto es rápido por naturaleza y no va a querer tomarlo como una práctica de maniobras, sino que va a querer bajar el tiempo. En los simuladores comerciales, se pueden hacer un manejo más agresivo e irreal para ser más veloz, lo que realmente desde mi óptica lo veo como negativo. Lo que sí es muy bueno que corran online porque no deja de ser una competencia y eso despierta toda esa adrenalina que entra en juego en la parte neuronal como en una carrera normal, lo que es muy positivo como entrenamiento”, concluyó.

Características del “Simulicar”

El simulador de entrenamiento que se encuentra en Mar del Plata tiene una base de información que nace de la colaboración de pilotos como el propio Mangoni, Lionel Ugalde, Adrián Oubiña y Walter Hernández. Además, el motorista Fernando García le brindó distintos parámetros de un impulsor.

En una sesión normal, el piloto sube vestido como si fuera una carrera tradicional, ya que durante el transcurso de su trabajo percibirá las mismas sensaciones que en la realidad: la dureza del volante, el ingreso de gases y olores y la temperatura del habitáculo. Además, está conectado a través de una radio con Morgera y puede realizar los cambios en la puesta a punto que desee.

El grado de recreación es tal que también puede sufrir roturas durante el ensayo. Un ejemplo de ello es que si se rompe la caja de velocidades ingresa aceite al sector del piloto como si se produjera en una situación real. 

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