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UNIERON ARGENTINA CON ALASKA EN UN FIAT 600
“Nos conocimos un tiempito antes de comenzar el viaje. Fue una locura de la vida. Estaba en el Chaco, en el medio de la selva. Quería ir a Uruguay a una exposición de fotografía. Quería viajar con un Fiat 600, que estaba medio flojo de papeles. Le pregunté a un policía y me responde a los 15 minutos que podía ir hasta a Alaska si quería. Y ahí me pico el bichito”. Así surgió la loca idea de viajar desde la Argentina a Alaska a bordo de un Fiat 600.
El de la consulta era Santiago Uranga, que poco tiempo antes había conocido a Juan Manuel Rizatti y a quien lo invitó para la aventura. “Me alegraste el día”, fue la respuesta, a lo que vino el “sí” rotundo para darle forma al viaje. Ambos recordaron el inolvidable viaje en Carburando En Casa.
“Nunca se me hubiese ocurrido hacer este tipo de viaje. Me gustó la idea cuando me lo propuso. No lo pensé y nos arrojamos a la aventura. No hablamos mucho más y salimos”, comentó Rizatti.
El Fiat 600 modelo 1964 se acondicionó apenas para salir a lo desconocidos. Nadie imaginaba que en los siguientes 18 meses iban a transitar algo más de 65.000 kilómetros.
“Fue un raid tremendo. Y eso que no volvimos a la Argentina en auto, sino que lo regresamos desde Miami a Uruguay en barco. Sólo dentro de los Estados Unidos hicimos unos 15.000 kilómetros”, recuerda Uranga, que ahora reside en Paraguay.
“Lo mejor que nos pasó fue los amigos que hicimos en el camino. Mucha generosidad recibimos. Por suerte no nos pasaron cosas malas, ni robos ni violencia. Jamás nos agredieron, todo lo contrario. Fueron días inolvidables”, destaca Rizatti, que al finalizar el viaje conoció a una chica en Canadá y desde entonces convive con ella en aquel país.
Lo primero que se me ocurre es la cantidad de amigos que ganamos en el viaje. La bondad y la amabilidad de la gente en general. La camaradería con el viajero y forastero es bellísimo”, agrega.
Para Uranga, es casi un estilo de vida: “No planeamos nada. Es como la vida. Uno no sabe qué sucederá de acá a un año. Fue vivir el día a día. Y es la mejor forma, disfrutar cada instante. Íbamos a ir por Brasil y terminamos yendo por Chile. Tardamos 18 meses en llegar a Alaska”. Y destaca: “Vivir el día a día como si fueran los últimos. Eso me enseñó el Fitito. Y no tener miedo a lanzarse. El problema no es tener los miedos, sino enfrentarlos”
