Opinión
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Valentino Rossi: una leyenda, un mito, una religión
La noticia la esperábamos, pero no estábamos preparados para asimilarla. Desde el año que viene, Valentino Rossi no correrá más en el mundial de motociclismo y dejará un vacío enorme.
La magnitud de Valentino va mucho más allá de sus números. Porque las estadísticas están para ser vencidas y probablemente haya pilotos en un futuro con la posibilidad de superar las 115 victorias o los 9 campeonatos del mundo.
Pero Rossi habrá uno solo porque él supo marcar una era y convertirse, más que un gran piloto en una leyenda, un mito y hasta en una religión.
Nadie como Rossi manejó el marketing en el deporte motor. Él supo vender su marca registrada, el 46 y lo transformó en un ícono del motociclismo. Lo puso en remeras, gorras, banderas y con cada victoria, ese número se fue arraigando en el corazón de los fanáticos.
Con su carisma, Valentino enseguida se ganó a los italianos y luego fueron seguidores de todas partes del mundo. Ir a ver al 46 a un autódromo representaba mucho más que una carrera de motos; era una fiesta, un ritual, una peregrinación casi religiosa que año a año iba aumentando el fanatismo por “Il Dottore”.
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Su forma de ser, su carisma, sus celebraciones también agrandaron su figura. Porque Rossi es un ídolo carismático y es muy difícil no tener empatía con alguien de su personalidad.
Rossi moviliza sentimientos que pocos deportistas en la historia pudieron lograr. Está a la altura de Michael Jordan, Diego Maradona o Lionel Messi. Es Valentino Rossi, un piloto de un pequeño pueblo italiano como Tavullia, donde comenzó manejando un triciclo con su amigo Uccio y terminó convirtiéndose en una leyenda.
Rossi se va, o por lo menos, no lo seguiremos viendo en una MotoGP. Pero el 46, su figura, siempre va a estar presente en una remera, una gorra, una bandera con su número.
Él es más que un gran piloto que se retira, es sinónimo de motociclismo para toda la historia.