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¿F1 y MotoGP en Buenos Aires? Avanzan las obras en el autódromo para concretar su llegada

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Vendió su camioneta para comprar un motor de TC y ganó una final

Fernando Pichi Iglesias llegó al TC con un auto que le regalaron. Luego vendió su camioneta para comparar un motor bueno y ganó una final en Rafaela
Vendió su camioneta para comprar un motor de TC y ganó una final
Vendió su camioneta para comprar un motor de TC y ganó una final

Fernando Manuel Iglesias, más conocido como “el Pichi”, nació en San Pedro el 22 de octubre de 1962. Desde chico fue amante de la velocidad. En todo lo que andaba le gustaba andar rápido. Si bien se hizo conocido por su paso por el automovilismo, más precisamente en el Turismo Carretera, sus inicios se dieron en el motociclismo. En dialogo con Carburando, el sampedrino contó parte de su historia.

Su arranque

“Mi inicio fue medio loco. Cuando era joven yo andaba por el pueblo en moto. Andaba siempre rápido. Un día me para un preparador, Carlos Buri, y me propone correr con una moto que tenía. Acepté la propuesta hasta que llegó el día de ir a correr el nocturno de Pergamino. En mi primera competencia salí cuarto en la serie y gané la final. Después seguí en la actividad hasta que un día me dije con esto no llego a ningún lado. La vendí y arranque con otro proyecto”.

El primer auto de carreras

“Cuando deje la moto armamos una peña y comenzamos a trabajar en un auto. Era un TC Bonaerense, debuté en Derqui, y salí quinto. Después fuimos a Baradero donde terminé segundo y en la siguiente, que fue en Lujan, volqué y el auto no sirvió más. Nosotros quedamos anímicamente destruidos y llorábamos por lo sucedido. En ese momento llega Alfredo Anselmo, que hacía chasis, y me regala uno. Lo armamos y en el año 90 salgo campeón en la Clase C”.

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Festejó el campeonato y le agregaron dos fechas más

“Yo salgo campeón del TC Bonaerernse faltando cinco fechas para terminar el año. Cuando logré el título paré porque le había dicho a todas mis publicidades que si salía campeón no le pedía más plata. Llego a la ciudad, me esperaron los bomberos, toda la gente para festejar y me voy para casa. Después aparece la noticia que le agregaban dos fechas más, por lo tanto yo no era campeón. Casi me muero porque ya no tenía plata para correr. Fue ahí donde le comento la situación a mi amigo Fernando Gordo, que era muy joven, y me dijo “yo te banco pero no le digas a mi viejo”. Lo llevé de acompañante y ganamos. Ahí me aseguré el campeonato”.

El primer auto de TC, se lo regalaron

“Cuando Néstor Gordo, el padre de Fernando, se enteró de lo que habíamos hecho me mando a llamar. Yo pensé se armaba la podrida. Me junté a tomar un café y me preguntó dónde iba a seguir corriendo. Le dije que a ningún lado porque yo no tenía para ni para comer. Fue ahí donde me dijo que me busque un auto de TC para ir a correr. No lo podía creer. Conseguimos uno en San Antonio de Areco y con su camioneta lo fui a buscar. Yo no tenía ni para la nafta. Lo traje y entré a la ciudad andando porque Néstor había preparado una movida en las radios locales y la gente me estuvo esperando. Una locura. Así nació lo mío en el TC, con ese Chevrolet que me regaló Néstor”.

El debut en el TC

“El arranque fue en el autódromo de Buenos Aires previo una prueba de suficiencia. El jueves antes, el Pato Morresi me llevó en su auto para dar unas vueltas y eso me sirvió. En mi prueba hice dos vueltas y Héctor Petruccelli me bajó la bandera y me dijo que el tiempo ya estaba. Esa carrera quedé como primer suplente y no pude largar. Después fuimos a Mendoza donde clasifiqué cuarto y en la final llegué octavo. Ese día dije esto es pan comido. Qué ingenuo, después vi la realidad”.

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La relación con el Pato Morresi

“Al Pato lo extraño todos los días. A mí me paso algo increíble que me enteré después de su fallecimiento. Muchas de las publicidades que tuve en mi auto fueron recomendadas por él y yo no lo sabía porque él no quería que me lo dijeran. Me lo contaron después y me quise morir. Me quedé con eso de no poder agradecérselo en vida. El Pato era un tipo frontal y me decía las cosas en la cara. Una vez me dijo “Pichi no tenes para comer y querés correr en el TC”. Eso a mí no me molestaba porque lo entendía y porque tenía razón. Me decía la verdad”.

Su único triunfo

“Tres carreras antes de esa fecha yo no estaba en la lona, estaba debajo de ella. No tenía un peso. Se me rompían los motores y tenía muchos problemas. En esa oportunidad yo tenía una camioneta Chevrolet modelo 67, la vendí, y con esa plata me hacen el motor nuevo. Corremos en Balcarce y salgo segundo. Luego viene Rafaela donde gano. Esa final se hizo en dos partes, por el accidente de Carlos Garrido, y por la diferencia que había hecho en la primera le termino ganando a Emilio Satriano”.

Disfrutar el presente

“Cuando gané en Rafaela me comunican con mi mamá que lloraba de la emoción. Ahí me di cuenta, con el paso del tiempo, de otra locura. Yo le decía a mi vieja, fríamente, que no llore porque era la primera de muchas que iba a ganar. Gané una sola. Por eso ahora digo que hay que disfrutar el momento en el automovilismo y no pensar en el futuro”.

Lo que significó el TC

“De comer salteado a correr más de 200 carreras en el TC, a ganar una, a estar en varios podios y hasta pintar el 3 en los laterales para mí fue tremendo. El Turismo Carretera es increíble. Nosotros los Iglesias tenemos una pasión desmedida con el TC y con el deporte motor”.

 

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