Opinión
Si tuviera que elegir, es Monte-Carlo
El Gran Premio con más historia y tradición, también tiene sus incomodidades desde adentro. Pero, nada importa, es la carrera más esperada y es realmente única.
Cada vez hay más carreras en el calendario.Se suman lugares exóticos, sitios lejanos, autódromos modernos, circuitos nocturnos... Pero si me preguntan por un Gran Premio de Fórmula 1 para disfrutar, el de Monte-Carlo es el mejor. No tanto por la velocidad de los autos o por el el dibujo de sus curvas. Es una carrera única por varios motivos.
Está claro que hay muchas cosas que pueden resultar molestas del Gran Premio de Mónaco (los precios abusivos, la forma casi imposible de entrar y salir del sitio, el ambiente de nuevos ricos y poco gusto del puerto y sus residentes, algunas estructuras de boxes y público), pero por desagradable que sea todo eso, también es lo que convierte esta carrera en una cita obligada del mundial.
De hecho, si solo vas a ir a un Gran Premio en la vida, y la idea es experimentar todo lo bueno y lo malo de la F1, Mónaco sería el mejor lugar. En Monte-Carlo, el olor del aceite y del líquido de frenos se mezcla con el de las cocinas, y el de las calles de una ciudad grande con puerto, en grandes cantidades. Es una combinación que convierte los primeros días del fin de semana en una fiesta larga y a veces oscura en el incipiente verano europeo.
Los ensayos, en especial la clasificación del sábado y el día de la carrera resultan fascinantes por varias razones.
Se suele decir que, aunque Mónaco es el sitio en el que los autos van más lento, es donde aparentan ir más rápido. En esta carrera se pueden ver los monoplazas muy de cerca, y algunas tribunas están muy próximas a la acción. En resumen, a pesar de la falta de sobrepasos y de que a menudo termina siendo una carrera en fila india, Mónaco sigue siendo un lugar excitante para ver a los pilotos hacer su trabajo.
Basta con caminar el circuito una o dos veces, en especial el largo y tradicional túnel para comprobar la destreza que hay que tener para acomodar los autos (cada vez de mayor tamaño) en el dibujo de la carrera.
A modo de tradición, infaltable con la caminata es tomar un café al menos en Le Café de Paris en la colorida rotonda del Casino, o comprar algún souvenir en el local del túnel...
En cuanto al trabajo de los pilotos, las calles estrechas y con curvas caprichosas a veces, exigen una configuración con una gran carga aerodinámica, y aunque los días en que los autos lucían todo tipo de raros alerones adicionales ya son historia, sin duda los equipos tendrán sus paquetes aerodinámicos a punto para intentar que los monoplazas se peguen al asfalto con la mayor eficacia posible.
El circuito está ubicado en pleno centro del Principado de Mónaco. En un día cualquiera, estas son calles normales, y como tales tienen baches, grasa y no son adecuadas para los autos de Fórmula Uno. A dos cuadras, en una pequeña plaza hay un mercado en el que se compra de todo. Pero eso forma parte de su encanto.
Para los ciudadanos comunes, que no se pueden permitir los desorbitados precios del alojamiento en el Principado durante la semana de la carrera, se puede llegar a Mónaco fácil y económicamente a bordo del tren que va desde Niza (Francia) hasta Ventimiglia (Italia) recorriendo la costa.
En Mónaco, todo gira alrededor del Gran Premio. En la única ocasión en que también se usa el circuito es dos semanas antes del evento de F1, cada dos años, cuando las calles se llenan de autos de carreras antiguos para el Gran Premio Histórico de Mónaco, una especie de adelanto del evento principal.
La atmósfera del verano europeo es única y en el Gran Premio de Monte-Carlo se potencia. Caminar en las noches de ese fin de semana por las calles que se transforman en circuito durante el día es un privilegio que sólo puede darse en este evento.
Si tuviera que elegir, no lo dudo. Es Monte-Carlo.